El 3 de febrero de 1689 nació en Pasajes, Guipúzcoa, uno de los más brillantes almirantes que haya dado España y posiblemente el mundo entero: Blas de Lezo y Olavarrieta.
De familia con tradición marinera, a sus 12 años se enrroló en una escuadra francesa en la Guerra de Sucesión Española (1701-1713/15), con la cual participó en la batalla naval de Vélez-Málaga (1704), la más importante del conflicto, perdiendo la pierna izquierda de un cañonazo. Por su valentía fue nombrado Alférez de Bajel de Alto Bordo por el mismísimo Luis XIV. Dos años más tarde, después de romper un asedio naval inglés en Barcelona, perdería el ojo izquierdo en la defensa, con éxito, de la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, asediada por el príncipe Eugenio de Saboya. En 1710, ya Teniente de Guardacostas, rindió 11 navíos ingleses, uno de ellos de 70 cañones, siendo triplicados en número. Cuatro años más tarde, con el rango de Capitán de navío, participa en el asedio de Barcelona donde perdió la movilidad del brazo derecho al acercarse demasiado a las defensas enemigas. Así pues, a la edad de 25 años, el joven Blas de Lezo ya era manco, cojo y tuerto, apodado por ello como el almirante patapalo o el mediohombre. Pero esto no le suponía ninguna debilidad: un año más tarde rindió Mallorca a los ingleses sin disparar ni un solo cañonazo.
Acabada la Guerra de Sucesión, en 1720 fue enviado al Caribe en una escuadra hispano-francesa al mando del buque insignia Lanfranco, de 62 cañones. Su principal tarea fue la de mantener los mares del Sur (costa del Perú) libre de corsarios y piratas. Tuvo éxito en los 10 años sucesivos hasta que le reclamaron en España, donde le ascendieron a jefe de la escuadra naval del Mediterráneo. Aquí combatió a los piratas argelinos hasta que en 1732 mandó una expedición a Orán con 54 buques y 30.000 hombres que acabaron en la toma de la ciudad, la persecución del líder pirata argelino, Bay Hassan y la destrucción de sus baluartes en la actual Mostaganem. En 1734 fue nombrado teniente general de la Armada y en 1737, comandante general de Cartagena de Indias (actual Colombia); y es aquí donde, 4 años más tarde, logró su más grande hazaña.
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Típica batalla naval en las costas mediterráneas entre españoles y corsarios bereberes. |
En 1738 en las costas de Florida un guardacostas español apresó al contrabandista inglés Jenkins, al que le cortó una oreja y le dijo "ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Esto se consideró una ofensa al rey Jorge II de Inglarerra y se utilizó como excusa para declararle la guerra ("De la oreja de Jenkins") a España, dado que los ingleses ansiaban controlar los cuantiosos recursos naturales del inmenso Virreinato de Nueva Granada. Después de conquistar la mal defendida Portobelo en 1739(reconquistada años después por los españoles), el almirante inglés Vernon decidió dar el golpe definitivo atacando Cartagena de Indias dos años después con la segunda mayor flota naval reunida en la Historia, siendo solo superada por la empleada en el Desembarco de Normandía.
El 13 de marzo de 1741, Blas de Lezo avistó las 186 naves que cargaban con 24.000 ingleses (10.000 soldados, milicianos e infantes de marina y 14.000 marineros), 4.000 milicianos coloniales comandados por el hermanastro del futuro presidente de los EE.UU, Lawrence Washington y 3000 cañones. Él solo disponía de 6 naves, 2.400 hombres entre soldados, marineros y milicias, 600 arqueros nativos y 1000 cañones repartidos en las defensas de la ciudad más importante del Caribe. La batalla estaba dispuesta y solo tenía que esperar la llegada del enemigo. Antes de desembarcar, Vernon tuvo que bombardear las baterías y dos fuertes de Bocachica, donde Blas de Lezo mandó hundir 4 de las 6 naves una vez se vieran superadas para dificultar el avance inglés. Lo mismo ocurrió con las 2 naves restantes para entrar en la bahía interior, en cuyo castillo, el de San Felipe de Barajas, se habían refugiado los 600 soldados españoles que quedaban al mando de Lezo después de que los tres fuertes dispuestos se vieron seriamente dañados. En este punto Vernon tenía tan clara la victoria que mandó cartas a Inglaterra contando el éxito de la misión, a raíz de esto se acuñaron monedas conmemorando la humillación del afamado almirante patapalo.
Vernon quería rematar la tarea así que después de bombardear sin descanso la imponente fortaleza, casi inepugnable por el frente, decidió rodearla y desembarcar; esto fue un grave error pues tuvieron que atravesar la selva, donde cientos de británicos, no acostumbrados al clima tropical, contrajeron la malaria. Cuando llegaron a la estrecha rampa que formaba la entrada, Lezo mandó formar una muralla infranqueable de 300 bayonetas a la par que los otros 300 soldados disparaban sin cesar desde lo alto, causando 1500 bajas y la oportuna retirada enemiga. Desmoralizados, cansados, pero aún muy superiores en número a pesar de la epidemia de malaria, los británicos intentaron su asalto final a la fortaleza unos días después, sería de noche y con escalas, para coger desprevenidos a los defensores. Pero Vernon, una vez más, subestimó al astuto mediohombre, que previendo el ataque ordenó excavar un foso alrededor del castillo, quedando las escalas cortas y los británicos confusos y expuestos a un intenso fuego. Los primeros rayos de luz mostraron los centenares de cadáveres que sembraban los alrededores del castillo, lo que animó a los españoles a hacer una última carga a bayoneta, con la que destrozaron la escasa moral británica y los obligaron a retirarse a los barcos. Vernon no quiso aceptar la derrota y mandó cañonear la ciudad 30 días más, pero el gran número de heridos, enfermos y la falta de provisiones obligaron al almirante inglés a retirarse a Jamaica el 20 de mayo, no sin antes quemar 5 naves por falta de tripulación. Se dice que Lezo pudo oír gritar a Vernon mientras huia: "God damn you, Lezo" (Que Dios te maldiga, Lezo)
Los británicos tuvieron entre 8.000-10.000 muertos y 7.500 heridos, de los cuales la mayoría murieron en el trayecto a Jamaica, por los que algunas fuentes británicas elevan la cifra a 18.000 muertos, entre los que estaban la mayoría de oficiales. También perdieron alrededor de 50 naves, 10 de línea y el resto transportes, además de otras tantas seriamente dañadas, 1500 cañones y multitud de pertrechos. Tardarían bastante tiempo en recuperarse. En el lado contrario, los españoles sufrieron unos 800 muertos y 1200 heridos, 6 naves perdidas, 5 fuertes destruidos, 3 baterías de costa y 395 cañones. Aunque la peor parte se la llevaría Vernon cuando tuvo que informar que el humillado fue él y no el cojo, manco y tuerto. La noticia se extendió como la pólvora y Jorge II prohibió hablar de esta batalla, mientras los españoles se reían con las monedas acuñadas por los ingleses en mano. La guerra se fundiría más tarde con la Guerra de Sucesión Austríaca por lo que no se firmó una paz, favorable a los españoles, hasta 1748.
El gran número de cadáveres en las inmediaciones de la ciudad provocaron la muerte en septiembre de 1741 del hombre que prorrogó la supremacía española en América por 64 años más, hasta Trafalgar, e indirectamente permitió la posesión de unos territorios y redes defensivas en el Caribe que contribuyeron a la independencia de las 13 colonias inglesas. Esta fue la vida de un brillante estratega militar, llena de éxitos y un gran nº de buques hundidos que la gente desconoce, la vida de un hombre que la Historia no ha sabido tratar, la vida del héroe olvidado por su patria.
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Estatua de Blas de Lezo, con el castillo de San Felipe al fondo, Cartagena de Indias. |
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Moneda inglesa acuñada tras conocer la carta de Vernon, se ve a Blas de Lezo arrodillado ante este. |